"No hay nada más horrible que despertarse sobresaltado, en medio de un
sueño de media tarde, con la sensación de desorientación, miedo y muerte
inminente.
No era la primera vez que le sucedía. Anteriormente ya había
experimentado una situación similar, pero no de estas dimensiones. Es esta
ocasión, el susto lo llevó a caerse a un costado de la cama, envuelto entre las
sabanas, e intentando desesperadamente ocultarse como pudiera de ese brillo
intenso que parecía quemarle la vida.
La sensación de desesperación era incomparable. El corazón le latía a
toda velocidad, y lo único que intentaba dilucidar era cuantos segundos más
transcurririan hasta que finalmente ocurriera... que ese brillo enceguecedor lo
alcanzase, para finalizar de una vez por todas con su vida.
A pesar de la fugacidad del momento, toda la situación le pareció una
eternidad. Por un momento quiso creer que se trataba de un mal sueño del cual quería despertarse, pero le
resultaba imposible. Su vista no podía enfocar mas allá de aquel brillo
entrando por la ventana, y creía que tal vez, quedándose quieto y tapándose la
cara todo terminaría más rápido.
Luego de un momento, su vista pudo adaptarse a tanta iluminación
brusca y repentina, percibiendo que el barral de hierro de la cortina del
ventanal de la habitación se había venido abajo de uno de sus extremos. Probablemente
se habría tratado de algún viento fuerte, que entró por el espacio de unos 30cm
que había dejado abierto más temprano para que circule aire en la habitación.
Eran las 14:20hs, el sol se encontraba en uno de los puntos más altos
en esa tarde de invierno, por lo que aun no había sido devorado entre las enormes
paredes de los edificios del centro de la ciudad. Cuando pudo volver en sí, se dio cuenta de que habia sido el ruido de la caída del barral lo que
lo despertó repentinamente. El angulo de incidencia de los rayos del sol sobre las marcas de suciedad en la ventana,
producto de las gotas de lluvia de los días anteriores, generaban aquel reflejo
enceguecedor, que se asemejase a una explosión nuclear en la lejanía, acercándose
a toda velocidad hacia él.
Cuando finalmente se logró calmar, su corazón dejó
de latir un segundo, intentando recobrar su ritmo normal. Al final, solo se trató de un susto. Nada de lo que creyó era real,
salvo el terror que lo inundó sin la más mínima compasión. Nada más ni nada
menos, que el susto más intenso y horrible que jamás haya tenido. Allí estaba aún…
No había muerto."
- APZ
Acá les compartí un humilde y pequeño fragmento escrito por mí, inspirado en la tarde de ayer. Un mero intento de escritura novelesca, y un poco de auto-terapia descongestiva. Espero que lo hayan disfrutado.
De anónimo, para anónimo.